domingo, 5 de septiembre de 2010

La Hora del Té

Late mi vena poética con versos para el corazón,

Destilo poesía a manera de lágrimas,

Y algo de prosa difusa en una canción.

Acércate, anúdate a mi espalda y óyeme gemir

Con mis manos en tu torso y en tu cabello, me sujeto,

Callemos y escuchemos el silencio, los dos,

Como si fuera un domingo por la tarde.

Visítame a las tres, tomémonos un té, como antes,

Y terminemos en donde siempre queremos comenzar.

-¿Cómo lo quieres, con azúcar, con canela?

-Siempre agridulce y entre tus piernas.

-¿De menta, de limón, de yerbabuena? ¿Cómo me quieres?

-Hoy me provocas con miel, miel en tu piel.

Incrusta vidrio en mi piel… Y rásgate lentamente,

Dolor y pasión, me gustan, lamentablemente,

Visítame a las seis, obsérvame y luego adiós.

-Despedidas en las que pedí y tú dabas,

-Y ya no quiero darte más, no hasta que me des manzanas.

-¿De pecado osado o de pasado rosado?

-De cuando cerraba los ojos y nadaba entre tus brazos.

-Y nos sumergíamos en el ocaso, pero hoy es otro caso.

Respírame y vuélveme un suspiro tuyo,

Y te hago verbo como gritos en susurros,

Como alaridos y adjetivos, como chillidos y suspiros,

Como respiros entrecortados, como en el sexo entre dos enamorados.

Mutílame, poco a poco… Y hazme un nudo,

Como el nudo de mis labios al rezar tu rosario.

-Por favor, dime una última cosa antes de morir

-No puedo, ya son las más de las seis y debo partir.

-¿Y sólo así? ¿Sólo así vas a dejarme ir?

-Así son nuestras despedidas con tus lágrimas agridulces.

-Ya no quiero despedirme de ti, quédate.

-Me quedo en tus versos y en tus parpados por el reverso.

-Yo soy el verso, tú eres la música, quédate.

-Tú eres la melodía, esa que me dolía a medianoche y en pleno mediodía.

-Espera mientras la poesía vuela y tus miras y yo veo.

-Pero tu eres poesía, y yo, tu desvelo.

Son las nueve, debo salir ¿vienes?

-Solo si mi boca en tus pupilas retienes.

-Pero amor no es lo que siento, no es lo que sientes.

-Es mi forma de asegurarme que en ti estoy presente.

-Mentira, en realidad estás ausente.

-Y para mentirme, tu sonrisa elocuente.

-¿De qué me sirves si no estás?

-Te sirvo para vivir, escribir y morir.

-¿Morir? ¿Eres tú quien va a matarme?

-Solo de placer, en tu cama, y al atarte

-¿Me darás manzanas?

-De las mismas que me diste a probar en el edén.

-Perdona todas las preguntas, es que ya no te soporto.

-Ya no me amas, ya no te importo.

-Cállate y pon un cigarro en la sartén.

-Cállate tú y quítate el sostén.

-Pero mis pechos están llenos de cenizas.

-Y yo soy el fénix que nace y las atiza.

-Pero huelen a habanos y marihuana

-Así huelen mis rocíos por la mañana.

-¿Puedo hacerte una última pregunta?

-Responderé con una disyunta.

-Todo esto es sólo un sueño ¿verdad?

-Todo esto es lo que tú quieras, hasta la mismísima realidad.

-¿Entonces, amor ¿cual es la verdad?

-Que eres verbo, poesía, música y melodía, y que hierves la pasión en la sangre mía.

-Visítame a las diez, se nos fue el tren.

¿Te quedas dos días más?

-Solo para navegar con los veleros de mis labios en tu mar

-Mar abierto de mi abdomen, hombre al agua entre las olas, aún cuando naufragues en mi ombligo, aún cuando estés a la deriva ¿Pasarías dentro de mí tus días?

-Este ser estará en tu ser, te diré que te amo y tu que me amas, veremos perecer el atardecer, y otros dos días podré pasar en tu cama.



Andrea C. López S. y Jorge L. Paredes G.

No hay comentarios:

Publicar un comentario